El intruso

He de reconocer que soy un amante visceral de nuestro idioma. Sí, del castellano y de sus virtudes, de su versatilidad y de su capacidad para alcanzar una enorme cantidad de matices. El inglés siempre me pareció un idioma más directo, quizá por eso mucho más apropiado para el rock o el punk. Por tanto, desde que he llegado al mundo del deporte electrónico, he ido transigiendo, firmando armisticios; siempre pensando que el descomunal uso de anglicismos debía tener una razón. Hasta que escuché, no hace mucho, una frase que sirvió de detonante para corroborar que el exceso de uso es un total abuso. ¿Qué es, sino, decir “focusearse en seguir entrenando”?

Estamos inmersos en algo apasionante. El crecimiento de una disciplina hasta el punto de crear la necesidad de comunicarla, dado que hay una incipiente cantidad de gente queriendo estar informada sobre todos sus pormenores. Imagino, aunque no hay más que ir a las hemerotecas para comprobarlo, cómo debió ser para los comunicadores de entonces hacerse a la llegada del fútbol desde Inglaterra hasta nuestro país. Entonces, allá por 1870, se escribía foot-ball; y se hablaba constantemente de refree, corner, sport, etc. Un deporte nacido en Inglaterra y aprendido de primera mano de los propios ingleses que se comunicaban en su idioma con los nuestros, con lo que nadie se planteó de entrada la transcripción de los términos. Hasta que ocurrió. Y de repente hablamos de árbitros, castellanizamos el propio nombre del deporte porque no funcionó el intento de llamarlo balompié y en otras ocasiones convivimos con dos términos, como es el caso del uso indistinto de córner o saque de esquina.

Con esto quiero decir que está claro que habrá expresiones que no tendremos cómo cambiar, pero hay otras que son tan obvias que no tenemos necesidad alguna de importar. Por ejemplo, aquello de focusear. ¿Qué es centrarse, concentrarse? ¿No es exactamente lo mismo? O, ¿no nos vale el uso de presionar, o incluso empujar, en lugar de pushear? Más curioso me resultó cuando alguien me comentó un día que le entraba la risa cuando escuchaba a los narradores (sí, me gusta mucho más que casters) mejicanos hablar del efecto bola de nieve en lugar de decir snowball, o snowbollear. Cuando le respondí que esa expresión existe en castellano y significa exactamente lo mismo, definir cuando algo pequeño gana fuerza y termina convirtiéndose en grande, como una bola de nieve puede llegar a ser avalancha, no daba crédito.

La adopción de términos foráneos suele responder a dos razones: que no existan en la lengua materna o que responda a la necesidad de crear un lenguaje propio que excluya a los no iniciados. Si vuestra inclinación responde a la segunda, tranquilos. No os hace falta cruzar muchas palabras para saber, en una conversación, quién tiene idea de vuestro juego y quién no. Alguien, tarde o temprano, os preguntará en torno al fuera de juego. Y ahí lo tendréis. Centrémonos mientras, que entre todos estamos siendo pioneros; estamos haciendo historia.

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